Como conclusión en cuanto a la AUDICIÓN PRIMARIA:
« Encontramos en el niño sordo dificultades que inducen trastornos de la conducta. Desde la primera edad el niño se sitúa en un ambiente frustrante por la ausencia de información en una parte determinante de la comunicación. Por un lado el habla y la voz no le llegan, pero por otro lado todos los signos acústicos del mundo exterior, los del espacio que le rodea perdieron toda agudeza. Cuando llega a desplazarse, en el momento donde empieza a caminar, el espacio donde evoluciona no tiene existencia acústica. A lo contrario de lo que se puede pensar el espacio es muy marcado de rastros acústicos. Vivimos en un mundo acústico. Apreciamos las distancias de los objetos, la profundidad del campo perceptivo, el volumen del entorno con la oreja. El ojo aporta la perspectiva, la oreja la dirección, la profundidad. Para el niño sordo, el mundo es plano. El ojo le llevará la perspectiva que paliará la ausencia acústica con mucho aprendizaje. Chocando con las personas, los objetos el niño aprende a medir sus pasos para conocer la distancia, toma conciencia de las realidades indirectamente ya que no puede percibirlas de entrada… doble hándicap, el que conocemos de la relación verbal, y el desconocido de la vida en el entorno lleno de obstáculos, donde es difícil de percibir su estado, de desplazarse y aún más de concebir la realidad… » (1).
El audioprotesista, su experticia permitiéndole de poner un aparato al niño sordo, va a permitir a este niño sordo de tomar conciencia de la distancia, del volumen y por eso mismo entregarle mejores condiciones para montar un lenguaje de calidad.
JYM
(1) Profesor J.C. LAFON « hándicap sensorial y personalidad » Psicología medical 1989. 21. 13. Página 1934/125.